Infancia secuestrada
Ayer en un restaurant me tocó ver nuevamente como hemos sumergido la infancia con las pantallas, tienen la imaginación aguantando la respiración por debajo de la vida real, veía un niño que no estaba en el aquí y ahora, cuando el aquí y el ahora, suele ser la nación de los niños. Le hablaban, lo llamaban, lo intentaban sacar del trance y era imposible, sus primos y sus tíos, conversaban, jugaban, hasta se perseguían en una terraza, pero el niño secuestrado por la pantalla no se daba por enterado, tampoco parecía que lo estaba pasando bien, estaba frustrado con lo que supongo que era un juego, se le veía tenso, en emociones intensa, solo, rodeado de gente. La trampa era una pantalla especial para niños, era de colores, yo no la conocía, tenía lugar especial para las manos y botones para los comandos, estaba hecha para no dar tregua, como unas esposas que encadenan la mente, como un grillete que lo condenaba a una infancia menoscabada, una infancia quieta de mente y espíritu, el nuevo ritalin, con otro tipo de efectos secundarios, seguro.
Tengan ojo con las pantallas, no le hace bien a la primera infancia, estar tanto rato teniendo su imaginación aguantando la respiración. Deja la pantalla para emergencias, van a vivir su vida de adultos necesariamente mediados con algún tipo de pantalla, cuida su primera infancia, no se repite, pasa rápido, y su cerebro va absorber todo como una esponja
Sobre las pantallas hay un entrevista que di el 2018 en México
acá puede ver un pedacito.
acá puede ver un pedacito.
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